Cuando el corazón puede más que la razón
La razón lo asimila, es ley de vida y tiene que pasar pero el corazón no lo quiere asimilar no quiere despedirse de ella.
La razón propone no visitarla para no ver cómo está. Hacer eso de “ojos que no ven corazón que no siente” o eso de que “la distancia hace el olvido” pero el corazón no puede dejar de verla. Es consciente que con ella la distancia no hace el olvido, aunque no esté bien y esos malos momentos estén ahí y se recuerden tiene muy buenos momentos y se recuerdan todos y cada uno de ellos para que no se olvide ninguno: cuando era pequeña que veraneaba en Segovia e iba a dormir a casa de mi tío que estaba ella y me dejaba dormir más que mis padres, o cuando me compraba comida de capricho y me la daba o cuando me metí un buen golpe con la bici y al primer sitio que fui con la rodilla ensangrentada era allí a que me socorriese ella y me la curó (aun me queda la cicatriz)
No ha sido de las abuelas que les daba todos los caprichos a los nietos y soltaba dinero a diestro y siniestro pues también ejercía de madre pero lo que sí la sobra es ternura y cariño.
Hace unos días una chica ajena a la familia me decía que estuviese lo mal que estuviese nunca te negaba un beso, con tan sólo poner la mejilla al lado de su boca era suficiente para recibir no uno ni dos, sino tres besos. Ayer por la mañana se lo pedí y no me lo dio, le podía más su estado que la ternura, al menos me consuela que por la tarde antes de acostarse volviese a darlos.
La razón sabe que está mal y que poco a poco se le va apagando la llama y lo asimilo pero últimamente el corazón no lo quiere aceptar.
La razón propone no visitarla para no ver cómo está. Hacer eso de “ojos que no ven corazón que no siente” o eso de que “la distancia hace el olvido” pero el corazón no puede dejar de verla. Es consciente que con ella la distancia no hace el olvido, aunque no esté bien y esos malos momentos estén ahí y se recuerden tiene muy buenos momentos y se recuerdan todos y cada uno de ellos para que no se olvide ninguno: cuando era pequeña que veraneaba en Segovia e iba a dormir a casa de mi tío que estaba ella y me dejaba dormir más que mis padres, o cuando me compraba comida de capricho y me la daba o cuando me metí un buen golpe con la bici y al primer sitio que fui con la rodilla ensangrentada era allí a que me socorriese ella y me la curó (aun me queda la cicatriz)
No ha sido de las abuelas que les daba todos los caprichos a los nietos y soltaba dinero a diestro y siniestro pues también ejercía de madre pero lo que sí la sobra es ternura y cariño.
Hace unos días una chica ajena a la familia me decía que estuviese lo mal que estuviese nunca te negaba un beso, con tan sólo poner la mejilla al lado de su boca era suficiente para recibir no uno ni dos, sino tres besos. Ayer por la mañana se lo pedí y no me lo dio, le podía más su estado que la ternura, al menos me consuela que por la tarde antes de acostarse volviese a darlos.
La razón sabe que está mal y que poco a poco se le va apagando la llama y lo asimilo pero últimamente el corazón no lo quiere aceptar.
10 de agosto: Cuando puse este post, creí q sólo nos había dado un susto el día de mi santo, sin embargo era una manera de decir que estaba malita. Fue a urgencias y tras cuatro horas la dieron el alta. La madrugada del 4 al 5 no podía más y la tuvo que volver a urgencias según los médicos de allí por distintos motivos, según los del hospital donde está ahora y según informe por el mismo motivo. Ahora espero que se recupere, aunque va muy lento y no está fuera de peligro.