Bienvenid@ a mi rinconcito

22.2.05

Y se respiraron aires rurales

Por fin llegó el día y tras un viaje un tanto despistado por mi parte aunque también contribuyó el Argabus que se coló entre medias así como el coche parecido al que seguía que todavía me pregunto que de dónde salió, llegamos a nuestro destino.
Nos costó que nos dejara entrar a la casa antes de las 12 h. pero entramos para dejar las cosas. Encendieron el fuego de la chimenea para calentar la bodega y nos fuimos a desayunar a un bar.


Entre desayuno, compras de última hora, toma de aperitivos, comida, café y juegos, o siesta o visita al pueblo (he de aclarar que yo no fui quien se echo la siesta) se pasó el tiempo y llegaron los que faltaban. Les pusimos al día, repartimos las habitaciones y entre pitos y flautas se hizo la hora de la fiesta nocturna.
Estábamos la mayoría en la bodega (donde hicimos “la vida” en los días que estuvimos allí puesto que 14 personas no se meten en cualquier sitio) y uno a uno se fueron yendo para preparar los regalos e hinchar globos que habían comprado para sorprendernos a las cumpleañeras cosa que consiguieron a pesar de explotar algunos globos antes de tirárnoslos. Por dichas explosiones llegué a penar que estaban montando la fiesta arriba sin querer que estuviésemos las cumpleañeras, je, je, je...
La fiesta empezó abriendo regalos para dar paso a la cena-barbacoa, continuar con la tarta sorpresa (Rafa, al final me creí que lo que llevabas era medio balón de futbol xD)



Por un momento algunos de los chicos desaparecieron, qué andarían tramando, y tras un rato bajaron las escaleras para hacernos una escenificación que cierto es que nos salió más barato que el striptease tan comentado aunque son dos cosas distintas.


Se pasó a las bromas y guerras: de tarta, bolas de papel, pequeñas duchas y… ese dal cela, pulil cela aunque más bien diría yo dal disolvente, pulil techo y paled.


Se hicieron las tantas y uno a uno fuimos yéndonos a dormir o a intentarlo. Se hizo de día y uno a uno tras levantarse el primer sitio donde iba era a la bodega, la incógnita era ver la obra de arte de la madrugada. Tras recoger y salvar a la simpatiquííííiíííísima mujer que se encargaba de la casa se planeo la tarde con el viaje de vuelta.


Sólo me queda decir gracias a los que vinisteis e hicisteis que fuese un fin de semana más para el recuerdo.