Amor al deporte

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Es un frío día de invierno, vienen rachas de aire del norte, la sierra está nevada y eso hace que repercuta en las temperaturas en la ciudad.

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Dos grados durante el día hace que se vea a poca gente que sale con prisas, posiblemente a comprar, y porque no tiene otro remedio. Van bien tapados, con fuertes abrigos, guantes y bufanda que deja ver la nariz y los ojos de toda la cara. Sin embargo a los trabajadores de la calle sólo les queda abrigarse más para combatir el frío. Se ponen mucha ropa en el cuerpo, bragas en el cuello que junto con el gorro que llevan en la cabeza sólo se les ve los ojos, no dudan en trabajar con guantes tanto los que son asiduos en ponérselos para trabajar como los que no se apañan a trabajar con ellos, que hacen un esfuerzo para apañarse.

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Cae el sol y llega la noche, son las 21.30 h y aún se ve menos gente por la calle pero para asombro de los pocos que estamos, vemos a un joven deportista con mallas, sudadera, guantes, y una braga que pasa corriendo. Eso es amor al deporte – pienso. Y no el pasarte los fines de semana que no hace tanto frío dando patadas aun balón (o lo que pille por delante) antes de un partido de fútbol sala a modo de entrenamiento que si llega un día un poco duro lo suspenden.